Muchas imprecaciones, arrebatos y quizá por ahí, alguna idea que valga la pena

viernes, enero 13, 2006

Lennon Made in Seventies


La muerte, aunque se crea lo contrario, le sentó bien a Lennon, a su mito. Por favor, que se me entienda bien. El dolor y pesar eternos que el asesinato de John Winston nos legó permitió, como otros casos de mártires-artistas-mesías- llegar incluso a distorsionar los márgenes de la obra del músico en su etapa solista.

Hace poco se editó una ultimísima y esta vez sí defintiva recopilación -supervisada por la ejecutiva viuda Yoko Ono- del trabajo de Lennon en los setenta, década infame sí la hay. Escuchando los 38 surcos del álbum surgen muchísimas dudas acerca de la realidad y consistencia musical e ideológica que cruzó a Lennon en sus años post- beatles. Al menos, parece apresurado tachar a Mc Cartney como el bufón manufacturador de música comercial sin profundidad poética y entregarle a Lennon la exclusivdad del compromiso sociopolítico y de la música hecha sin concesiones.

Revolución desde el mercado o desde el living de tu casa
Un tópico beatlemaníaco dice que Yoko Ono fue responsable en gran medida de separar a los Beatles. Ahora bien, la mesura y la distancia nos sugieren por otra parte que Ono ayudó a John ha convertirse en un hombre consciente del lugar que ocupaba, preocupado de la noche al día por el dolor del mundo, convitiéndolo en un individuo de acción, dispuesto a hacer "gestos" por el mejoramiento de la raza humana.

Aquí arribó un nuevo Lennon: el de los mensajes gruesos, el de las ocupaciones de cama, el de los apoyos a feministas, el de los cortes de pelo en favor de la paz mundial. En fin, el problema parece ser que la música, su música, pudo verse resentida y drásticamente cambiada.

El Lennon más brillante, durante su andadura con los fabulosos cuatro, se dividió en dos épocas. El primero, nos apabulló con sus caciones surrealistas, contradictorias y flotantes, el que fue de Revolver hasta el Sgt' Pepper. Al acabarse las raciones de ácido y los sueños multicolores, John cayó a tierra jeringa en mano mutando a partir del álbum blanco en un frontman suicida, que en cada canción sangraba revulsivamente y buscaba constantemente la catarsis a través de su durísima y formidable música.

Con los Beatles, Lennon siempre impregnó su música de alto egotismo. Siempre introspectivo, pocas veces miró -afortunadamente- afuera y vivió presa de su solipsismo, dándonos cuenta disco a disco de las distintas fases de su paranoia-depresión-euforia vital.

Lennon salvando al mundo

Sin embargo, la limpieza moral, espiritual y emocional en que Yoko sumió a Lennon, contrastó con su accidentada carrera solista. Su música, en ocasiones tan notable como lo que hizo con los Beatles, adoleció de varios trastornos. Su ya majadero llamado a la "paz y el entendimiento entre todos lo hormbres de la tierra" trocó su música un instrumento no pocas veces panfletario, torpe, aburrido y predecible. Hay discos de los que poco se puede rescatar como "Sometimes in New York City" o algunos momentos desabridos, los más, siendo amables, de "Mind Games".

Si Lennon perdió su fineza y agudeza a manos del proselitismo de tocador, también fue extraño verlo coquetear más de lo debido con el pop más mainstream, como en el cada vez peor envejecido "Double Fantasy", que para 1980 lo posicionaba mucho más cerca de Billy Joel y Elton John que de Joe Strummer y Elvis Costello.

Lennon tenía ya cuarenta años y su música evidenciaba un desgaste premeturo fruto tal vez de su asilamiento doméstico, impidiéndole conectarse con lo que realmente pasaba en el mundo; ya no estaba tan atento al trascurrir de las cosas, como él hubiese deseado.

Mucho se puede divagar acerca de que singladura artística que habría andado John si Mark Chapman hubiese tenido la cortesía y el bues gusto de irse tranquilamente para su casa después que John firmase su copia de Double Fantasy la mañana del ocho de diciembre de 1980.

No seamos injustos con el chico bueno de Paul

McCartney siempre ha sido denostado como el beatle como más pinta de caradura, el farsante del grupo, el abierta y vulgarmente comercial. Es posible, al escuchar de nuevo los surcos de "Working Class Hero" que lleguemos por un momento a bajar la guardia frente a MACCA. Aunque no lo redimamos de varias grabaciones infames, su labor como músico se ve un tanto más honesta, franca, tranquila y simple que la de su partner de oro: hizo canciones de pop, no pocas veces mayúsculas, de letras simples y a veces casi infantiles, pero siempre perfumadas de vitalidad, energía juvenil y por el solo hecho de tomar una guitarra -un bajo en suc aso- y hacer feliz a mucha gente. Además, esto es una buena excusa para ir por su último álbum, el extraordinario "Chaos & Creation in the Backyard" que nos ha devuelto al genio a la no despreciable edad de 64 años.


Lennon, en cambio, fue más controversial, sospechoso y nos dejó la espina clavada en el costado sobre por qué oscuro sortilegio los setenta le hicieron perder un tanto el rumbo al autor de "Come Togheter". Quizá en esta confusión seguirá posándose su genio. Quién sabe