Muchas imprecaciones, arrebatos y quizá por ahí, alguna idea que valga la pena

miércoles, noviembre 28, 2007

Scott Walker Scott


Majestuoso. Qué manera de iniciar una de las carreras solistas más respetadas y misteriosas de la era pop. Scott Walker, el conde nocturno al cual tanto le deben Ferry, Bowie, Staples y Cave. Una orquesta imponente, dirigida por Peter Knight con gusto perfecto y versatilidad; el repertorio, otoñal e intimidante. La voz, única y sobrecogedora.

Ya es más o menos conocida la historia del impacto mayor que Scott Walker provocó en el universo pop al destapar sus ambiciones más secretas en su debut discográfico en solitario, allá por 1967. Él era una estrella pop; con los Walker Brotheres tuvo en apenas tres años los hits radiales que otros buscaban con suerte esquiva por un decenio. Un carisma interpretativo sólo equiparable al de Sinatra, y un look de ángel caído que lo puso en la mente de las quinceañeras por un buen rato.

Todo al tacho con su primer disco. Sus obsesiones afloraron: Bergmann, Camus, la decadencia y la misantropía; y la música aguantó el chaparrón de un intérprete y compositor lejos de cualquier símil posible. Se las apañaba con idéntico éxito con el folk de Tim Hardin, el Tin Pan Alley más carnoso y, la joya de la corona, con la obra de su mentor; Jacques Brel. Si las canciones de éste ya eran grandes, en la voz de Scout adquirían urgencia pop y un dramatismo delineado con clase: My Death y Amsterdam parecen el último gesto de un cínico con demasiada hiel en su boca.

La discusión sobre cuál es el álbum más redondo de los cuatro que Scott Walker publicó en los sesenta seguirá abierta. Pero lo que sí es seguro es que su asalto del 67’ muestra que él es el auténtico crooner. Punto aparte.








Scott Walker Scott 1967

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

completamente de acuerdo con todo tu post , gran musico , gracias

12:00 a. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Muchas gracias.

6:43 p. m.

 

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