It's a Man's Man's Man's World
No voy a escribir una necrológica sobre James Brown. No voy a redundar, sólo por el fin de rellenar cuartillas, acerca de su grandeza absolutamente inasible. Como en el caso de todo prócer pop, lo que se diga de él apenas da algunos esbozos tangenciales de su obra y figura indómita.
Además, hay tantos buenos textos redactados en el pasado y ahora a propósito de su increíble muerte, que sólo hace falta un poco de tiempo y buen ojo e indudablemente uno se topará con excelenetes datos, análisis precisos y el despliegue de su legado con detalles. Lo mejor: sus entrevistas; cuando al hombre se le soltaba el ego como potro en campiña. Como quien se desayuna arremetía "el hombre conoce sus responsabilidades, la mujer, en cambio, sus limitaciones". Silencio.
Un tipo tan grande, de influencia tan radical, sólo puede ser homenajeado de una sola forma: escuchando su incendiaria música hasta que sangren los oídos. Y, claro, no son pocos los momentos en que James pateó con rabia los estantes del arte del siglo XX.
He seleccionado unas noches del otoño estadounidense de 1969. En esa época James se arropaba en los Soul Twins -varios de éstos posteriormente sacerdotes de máquinas como Funkadelic y Parliament-, y ya estaba disfrazado de alquimista pariendo un nuevo elemento que daría en llamar funk.
El disco, Sex Machine, obra maestra, y una muestra emotiva de energía, calor, seducción y causticidad de un afroamericano proveniente de los suburbios de Georgia, Atlanta. No quiero alarmarlos pero, ¿se han puesto a pensar qué vamos a hacer ahora sin James Brown? Thank you from the bottom of my heart Godfather.
Y por favor escúchenlo a altísimo volumen
James Brown Sex Machine 1969
2 Comments:
Gracias por el disco!! Bajando... ;)
Un abrazo de fin de año para ti.
Love,
P.
6:02 p. m.
Qué atinado tu texto.
¡Feliz 2007!.
12:58 p. m.
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