El Superviviente con Cacumen
Warnken lo ha hecho una vez más: Ha sobrevivido; lo hacíamos totalmente perdido, sin esperanza, extraviado el único listón al que se aferraba ante de caer definitivamente por el hoyo negro donde reposan hasta el fin de los tiempos todas las almas de buena voluntad y sus buenas ideas para con la televisión. Fue un caso terrible y nos inundó de ira. Canal 13 compró los derechos hace un par de años de la marca del programa-ícono de Cristión Warnken, su obra para la posteridad: "La Belleza del Pensar" Y, ¡usureros, traidores!, le cambiaron las reglas de juego al "quijote de la cultura" no entretenida. Warnken, digno, se fuen del canal siendo despojado de su más glorioso proyecto. Pero sus seguidores, era que no, que todos creíamos tan pocos, tan ancianos, tan solemnes, tan autocomplacientes, salieron a defenderlo. Mandaron cartas, organizaron juntas frente a la librería de calle Mosqueto, exigiendo cuentas y por sobre todo, pidiendo que alguien salvara a Cristián del exterminio, del cierre de persianas, del toque de muerte.
Defensor de la cultura
Warnken es un hombre sagaz. A veces nos pareció ampuloso, snob, ridículo, aburrido pero después de casi 16 años en televisión viendo rodas cabezas a sus costados, en esa incómoda tarea -y a las claras un oxímoron- de darle espacio a ese amasijo inexacto e imposible llamado "TV cultural", la sagacidad es lo que lo convierte en el detentor del único experimento visual que ha situado el arte como algo plausible de ser televisado.
Warnken ha fracasado y mucho, como todo peleador y auténtico innovador empecinado. Ha impulsado proyectos que resulta increíble que alguien con dos dedos de frente y un pizca de buen gusto hubiese apoyado alguna vez. Ahí estuvo eso del Desembarco de Los Ángeles: una iniciativa radial inspirada en la soporífera y amanerada película de Win Wenders "Tan lejos, tan cerca". Imaginarse una radio de música pop -Madonna y Simply Red a tiempo completo- que insertaba inexplicables alcances a la llegada de querubines, estaba más cerca del delirio de algún orate aspirante a Mesías o al bando de alguna raza alienígena recién llegada a la Tierra instando a la población a permanecer en sus casas so pena de ley marcial.
Después de tanto andar
Por ahí vimos, una corta temporada por suerte, "Estación Insomnio", una especie de mitin cultural carnavalesco en que los invitados entraban al plató maleta en mano y después de la conversación eran acompañados a tomar el tren de la memoria o algo así. Estuvo Noreste, un periódico que reemplazaba el anecdotario diario y vulgar por crónicas poéticas y utópicas. En fin, ruidosas actividades que nos demostraron una cosa: la creatividad le juega feo a Warnken, lo hiperventila, lo hace alucinar y parecer más el loco de la ermita que un hombre de buenas ideas capaz de concretarlas en proyectos consistentes que no lleven a la bacarrota al financiasta de turno.
El triunfo de los bienpensantes
La Belleza del pensar fue la excepción y un acto de lucidez bendita paranken. Precisamente porque aquí matuvo a raya sus ideas artísticas, su ingenio exhibicionista. En rigor, aquí el concepto funciona por sustracción y moderación. Plató en negro, dos tipos hablando, sin filigranas, sin maletas, sin trenes, ni ninguna excentricidad culturosa. Warnken redujo también su tentación retórica, su verborrea literatosa de "profesor de castellano con ganas de ser escritor y mostrarlo". "La Belleza del Pensar" funcionó porque Warnken se ausentó y se encargó, en cambio, de reflejar, de proyectar, de regular apenas el monólogo del interlocutor.
Así, diría que sin quererlo casi, nació una nueva forma de conversación televisada que estaba más cercana al informal encuentro en un café que a la entrevista periodística. No hay ganas de descrifrar, de imponer el corsé de un cuestionario. Si los diálogos tenían algo cercano a la estructura, ésta fue tácita y navegó según el ritmo y el ánimo del que iba dando cuenta la plática. Momentos notables los hubo con Bolaño, Jodorowsky, Francisco Varela, Armando Uribe, Claudio Bertoni y tantos otros. Hubo por cierto algún recuerdo irritante, sobre todo hacia el inicio del ciclo, cuando un sobreexcitado Warnken optó por entrevistar a Dios!?!? y nadie tuvo la delicadeza de apagar el swith del estudio y evitarle a Cristián el escarnio y a nosotros el mal rato.
La Belleza de Pensar dio resultado además por su hermético microambiente, por no tener ningún punto de contacto con el exterior polucionado de la TV. Poseían su necesario bajo perfil no porque lo buscasen, sino porque ningún ejecutivo se vio interesado en cambiarlo de horario, de canal, de parrila y de objetivos. suscitó desinterés y desidia y es así que pudo sobrevivir en tal estado remoto de agradable inmovilidad durante casi diez años.
Cristián la "prima donna"
Sin embargo y paradójicamente, el fin de la "Belleza del Pensar" como lo conocimos y las repercusiones tentaron a Televisión Nacional de darle una nueva oportunidad a Cristián Warnken. Como un frasco de leche fresca, el programa de Warnken debía estar completamente sellado para evitar oxidarse y avinagrarse. Es muy posible que el contacto con el aire nauseabundo de la programación de la red estatal y tal vez las ganas de la dirección de hacerle "algunos ajustes al espacio" con tal de hacerlo más apetecible, signifiquen una nueva suma a la lista de descalabros que tuvieron como rostro al niño símbolo de la pantalla con cerebro.
1 Comments:
Querido Mastropiero:
Estoy de acuerdo con que la TV nacional es una mugre, con honrosas excepciones como la de CW. Lo mejor del programa; sus invitados.
9:56 a. m.
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