Muchas imprecaciones, arrebatos y quizá por ahí, alguna idea que valga la pena

miércoles, abril 26, 2006

Alguna vez fui un soldado, siempre floté en el tiempo


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Tomar la guerra como motivo literio es una cuestión sensible si la hay. O se opta por la épica furibunda o el autor se inclina por la pormenorización de los horrores, a veces propendiendo a lo lloroso. Ambas alternativas tienden a envejecer mal ya que no ofrecen perspectivas y sus lecturas dejan al lector fuera de una construcción cerrada y unívoca.

Matadero Cinco, la primera novela de Kurt Vonnegut arranca de la convención y mucho. El protagonista de la saga, Billiy Pilgrim, es -y en esto guarda similitudes con El Ferdinand Bardamu de Viaje al fin de la Noche- un tipo corriente, sin demasiadas luces, que permanece extraviado en las múltiples realidades que le toca vivir o más bien en las que es arrojado más que por alguna otra cosa, por su extraña forma de desprenderse del mundo cada vez más. Esencialmente un "perdido en el frente". Pilgrim no habla mucho y, no podría ser de otra forma, es un héroe moderno perfecto: poco espabilado, es un pobre diablo por donde lo miren y es por completo un marginal en el lugar que lo pongan.

Vonnegut en Matadero nos muestra la obra y su ejecución. Un auténtico work in progress que, como el mismo explicó- es una bufonada telegráfica sobre la guerra y el viaje en el tiempo que le costó mucho escribir, ya que buscaba algo interesante y nuevo que decir sobre la guerra y sus consecuencias, acota en los primeros capítulos de la novela . Vonnegut resulve no definir la guerra, no analizarla, solo la coloca como una piedra de tope que agudiza una constante de autonaulación del individuo. Es una novela que obra por sustracción de elementos y Pilgrim es la consolidación de este principio. El protagonista jamás escupe, jamás discute, jamás pelea. Divaga, sí es cierto, pero sus devaneos son siempre torpes y agotados. Una cosa sí hace Pilgrim a menudo y bieno: llora y mucho sobre la almohada de turno. Es el escape ideal y único a su patética vida de hazmereír.

En Matadero Cinco hay de todo. Humor negro, viajes en el tiempo-espacio que nos trasladan repentinamente a Pilgrim a lo largo de cada uno de los momentos estelares de su vida, a saber: su niñez traumatizada desde que su padre lo llevó al Gran Cañón y le dijo que el accidente geográfico era una porquería y que solo servía para que la gente se tirase al vacío; su entrada al hospital psiquiátrico presa de alucinaciones; su matrimonio con una mujer adicta a los caramelos, su carrera como reputado optometrista y, por sobre todo, su abducción por parte de los trafalmadorianos, extraterrestres que lo llevan al zoo de Trafalmador para exhibirlo como la criatura más atractiva del parque, compartiendo la jaula con una actriz porno de Los Ángeles.

Nunca queda del todo claro, y esta es la idea, si esto es una gran novela perpretada por un dinamitero loco dispuesto a que todo quede patas arriba o una tomadura de pelo de aquéllas. En esto es hermano de sangre, o al menos primo en primer grado de Thomas Pynchon.

Imborrable momento: Billy Pilgrim abandona la ciudad alemana de Dresde, al término de la guerra y oye el sonido de un pájaro al piar "pio-pi" y vuelta a viajar por el extravío.