La Sociedad para la Preservación de Ray Davies
Genio del pop. El artesano superior de canciones-crónicas que regresa en el 2006 con un disco que lo pone nuevamente en su lugar de siempre: el más grande y oculto genio del pop de todos los tiempos.
La gran noticia musical del 2006 ya se ha obrado: Ray Davies publicó en rigor su primer disco solista, o sea sin su artefacto y máscara eterna llamada The Kinks. Y que quede claro: la noticia no es sólo su regreso sino el sorpendente buen estado de la materia gris del mentor definitivo del rock puramente inglés.
Other people's lives es el nombre del álbum y contiene canciones que bien podrían caber en discos memorables de la singladura Kinks. Después de casi catorce años sin editar un elepé con temas inéditos, Ray Davies -no sin antes pasar por peripecias como ser baleado en una pierna o el huracán Katrina- asumió su reponsabilidad de una buena vez. Nosotros lo esperábamos con ansiedad y él optó por ajustar cuentas con su legado y con todos sus vástagos -casi todos bastardos- que han intentado copiar sus maneras, a veces con buen gusto y respeto y otras no tanto lamentablemente.
Un cronista silente
The Kinks nunca consiguieron el éxito de Rolling Stones y menos aún se acercaron al esplendor de los cuatro de Liverpool. Ni siquiere pudieron superar en notoriedad a sus primeros y más aventajados alumnos: The Who. Ray Davies se negó a la buenaventura, a lograr por medio de su música triunfos más allá del delelite musical. Un carácter egótico y a veces casi autodestructivo, empresas de una ambición casi absurda, discusiones inoportunas, malos contratos. Davies hizo todo lo posible por evitar la grandeza pública y, gracias a esto -y es que realmente se le agradece-, su faceta de cronista cínico, nostálgico y exuberante se convirtió en el mejor secreto guardado de la música rock. Muchos admiran y otros de lleno se van al saqueo de su música pero, al final del dia, casi nadie se queda a darle las gracias a Davies por el favor concedido.
Las canciones de Ray que siempre volveremos a oír
La cosmovisión de Ray Davies lo abarca casi todo. Ha sido especialista en disecar al crápula y perfecto hombre respetable, a las odiosas maneras sociales de su país-Imperio, en romper el alma con los desastres amorosos de sus alter-egos que siempre acaban sus relaciones hastiados o burlados y restañan sus heridas mostrando los colmillos o reconociendo la derrota sentados con un vaso de gin con luz tenue en una noche invernal.
Davies se dirigió siempre a las antípodas del resto de sus colegas. Se obsesionó hasta la bancarrota, la suya y la de las discográficas que lo acogieron, en construir historias-universos que ilustraban su siempre filosa y refinada visión social. Algunos de estos ejercicios fueron sublimes como "Village Green" -resumen de su política conservacionista, otro suicidio en medio de las ansias futuristas imperentas en 1968-, "Arthur" -su despiadado raspaje del imperio en huesos lleno de ignominias y barbaries- y "Lola"-expresión de su desconfianza mayor con el muindo moderno, eficiente, comercial.
Otros, en cambio, aún están para el estudio de sus albaceas, como los varios y monstruosos álbumes de la década de los setenta, donde el solipsismo de Davies varió entre la autoindulgencia, la autoparodia y el descalabro mayúsculo.
Durante los noventa, intineró por Europa -Ray, en Sudamérica también hay gente que te quiere- con el recital-performance Storytellers, en que contó su historia, su personal epopeya artística, guitarra en mano desgranando sus inmarchitables odas. Mucghos semanarios musicales eligieron Storytellers el mejor espectáculo de 1999.
Davies Sunset
Acostumbrado a describir, como Chéjov, como Cheever y como todo voyeur aplicado, las andanzas de otros y, sobre todo, sus profundos traspiés, Ray está en tono nuevamente y esto es para brindar. Ya lo hizo Dylan, hace poco McCartney nos dio un tapabocas y es el turno de Davies "nuestro hombre del pop", el hermoso perdedor de la música, quie ha vuelvo de ha sentarse en un sofá en uan soleada tarde de domingo, contándonos cuentos de crueldad, embiaguez y té con donas. Somos la sociedad para la preservación de Ray Davies.
2 Comments:
grande mastropiero
11:09 a. m.
... y el sentido del humor. Abúlico, arrogante y cáustico como pocos. A veces lo imagino como el alumno aventajado de su generación. Demasiado lúcido como para juguetear con la revolución de las flores y los viajes iniciáticos en ácido. Paseándose por los rincones del colegio, con una mueca constante de sorna (y no sólo respecto de sus pares)
Secundo la moción del usuario anónimo: ¡Grande Matropiero!. El mejor artículo que le he leído hasta ahora. Pero la información dada en el mismo me hace pensar que tal vez tiene una biografía de Ray Davies o de los Kinks muy escondida por ahí y que no ha compartido hasta ahora. ¿O estoy pelando el cable?
Ah, y por úlitmo: La Sociedad para la Preservación de Ray Davies...¿Va a iniciarla de verdad?... ¿Donde firmo para enrolarme?... ¿¿Vamos a ir armados??...
8:07 a. m.
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