Muchas imprecaciones, arrebatos y quizá por ahí, alguna idea que valga la pena

jueves, abril 06, 2006

El hombre en el Castillo




Definitivo acontecimiento musical del 2006. Perdón Morrissey, pero él estaba primero en la fila. Siete años depués de su último escarceo discográfico, un extraño y misterioso gentleman llamado Scott Walker, ha decidido perturbar nuevamente a los que estamos de este lado de la realidad, -porque claramente Scott ha vivido en otro mundo durante los últimos 40 años- y presentarnos un álbum que promete, al igual que cualquiera de sus grabaciones sorprender, influir y asustar a partes iguales. "Drift" es el nombre del disco que nos mostrará que el hombre más enigmático de la música popular aún mantiene firme su mando frente a la legión del existencialismo hecho rock.

No es cosa poca. Scott Walker sólo ha publicado tres discos -uno de ellos una banda sonora- en treinta años de música. Entre medio, reclusión, vampirimso y un anecdotario apócrifo sobre una figura que ya raya en lo mitológico. Mientra tanto y cada vez es más patente, su tetralogía inicial, las cuatro esquinas homónimas que lo llevaron a ser el padre elegante y majestuoso de la tristeza y oscuridad poéticas, es un legado de hierro del que todos y cada uno de los músicos que han intentado -con menos talento, más prensa, efectismo y menos consistencia- arrojarse la sucesión del "ángel caído" del pop colosal de Walker.

Primero fue Scott I en 1967, un auténtico estado de schock para quienes observaban en Scott a un ídolo de quinceañeras, de registro vocal insuperable en la liga crooner y con todas las de ser un superventas después de su salida de los "Walker Brothers". En cambio, Scott inauguró su mundo de claroscuros y apabullo sonoro aludiendo a su maestro en el arte de la fina decadencia, Jacques Brel: sus lecturas de "Amsterdam" y "My Death" son dos joyas fúnebres inmarchitables que prosiguen dando escalofíos a cada audición

La exquisitez seguiría en 1968 con Scott II. Se afinaba más el ideal sonoro apartándose del canon crooner o tin pan alley que aún resuena en su debut. Predomina de ahora en más el tono gris y el enfoque es más tremendista; Scott Walker ya es un interpréte veterano -apenas 25 años en realidad- y se pone delante de la orquesta con autoridad y arremete con composiciones propias que son de una complejidad y alcance poéticos impresionantes.

Sí ya en el 68 Scott se presumía dramático y estremecedor, la llegada de Scott 3 a principios de 1969 es un mazazo. Aquí, salvo en la plétora de "We Came Trough", se prescinde de la orquestación excesiva y es Sólo Scott quien inunda el sonido arropado por arreglos de cuerda de una melancolía infinita. Un disco que es pieza ineludible en el siglo XX sobre cómo entender el pop desde el clasicismo.

Una de las peculiaridades más increíbles de la historia del pop es que Walker a esta altura aún seguia financiando una carrera intrusiva e inexplicable gracias a los réditos de sus tiempos con "Walker Brothers" Los discos se vendían bien, todos top cinco en Gran Bretaña, pero el crédito del público se iría lentamente, esfumándose justo al presentar su álbum más polifacético: Scott 4. Un álbum que en que Scoot revisa nuevamente sus formas y amplía el rango de sus posibilidades, entregando su pieza más ambiciosa en lo musical y letrístico. Aquí cabe la crítica al estalinismo en "Old Man's Back Again", su devoción por la desesperanza bergmaniana en "The seventh seal", o la sorna bélica de "Hero of the War". Otra obra maestra.

El conde sombrío
Scott Walker ha perseverado en su afán de estremecer y conmocionar a su público. Sus últimos discos han sido fortalezas de duro acceso pero que han seguido mostrando a un músico anguloso, incansable y soberbio. Ya no son réplicas de su obra sesentera sino conceptos libres, experimentales, arriesgados, pero cruzados por esa misma pulsión no revelada de tristeza, drama y epopeya. El hombre del castillo ha abierto nuevamente las puertas de su alcoba y allí hay secretos que costará mucho 0lvidar.

5 Comments:

Blogger Ernesto Salgado said...

¡¡Ah!! ¡¡The Divine Scott Walker!!. Él y Tim Buckley. Nadie le dio tanta belleza a lo grisáceo, y matices, y perfumes, y tules, y ungüentos, y brebajes, y perfumes y madreselvas.

¿Qué tal el disco en sí? Narre, narre...

10:41 p. m.

 
Blogger Ernesto Salgado said...

Estoy casi seguro que era Gonzalo Rojas. Helvio Soto nos contaba que el tipo lo huevieba siempre: "Ya poh, Helvio. Acompañame a ver La Strada. ¡Te prometo que ahora no lloro!". Y Helvio lo acompañaba creyédole. Pero a la media hora de película, Rojas se sacaba un pañuelo de la manga y lloraba como una Magdalena, ganándose las puyas del cineasta.

Me pasa lo mismo con "Angels of Ashes". Me la gana, canción de mierda.

11:26 p. m.

 
Blogger Johann Sebastian Mastropiero said...

Gracias por el comentario. Leonard, el disco se publicará recién en mayo, pero los rumores lo señalan como una pieza de belleza macabra y épica. Era que no. Gran anécdota la de Gonzalo Rojas, de verdad muy buena. ¿Cómo anda el disco de Ray Davies? ¿Se ha estremecido con el genio inglés?

9:56 a. m.

 
Anonymous Anónimo said...

habrá que escuchar que nos trae el ángel negro del pop, mientras tanto el otoño nos da una buena oportunidad de escuchar "It's raining today", "Copenhagen" y su interminable lista de acuarelas impresionistas bajo la excusa de canción...

10:32 a. m.

 
Blogger Ernesto Salgado said...

No recuerdo bien si era o no Gonzalo Rojas, pero sí era un literato chileno. Me ha fascinado lo nuevo de Ray Davies ¡Que gran año!¡Como vuelven los héroes! Woody Allen, Paul McCartney, Ray Davies, Scott Walker...¡Que bello!

¡Levántese y anden!

8:48 p. m.

 

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