¿Acaso es esto revolución?
"A cada momento veían la promesa del fracaso en la mirada de los demás, en los cabecesos y sonrisas de disculpa cuando se despedían y en la espasmódica premura con que montaban en sus respectivos coches y volvían a casa, donde probablemenmte les esperaban promesas de fracaso más antiguas y menos explícitas"
Cuando se tuvo por fin la imprescindible reparación de publicar nuevamente Vía Revolucionaria, novela escrita por Richard Yates (1926-1992), el gran Richard Ford escribió en su prólogo a la reedición que abordar esta novela producía la misma sensación que mirar a través de la cerradura con espantoso regocijo, comprobar que lo que hay al otro lado es aún peor de lo que se imagina y sólo un momento después percatarse que lo que se mira es a fin de cuentas un espejo.
Vía Revolucionaria es un acto insano de violencia que remueve todo el humus que subyace a la vida de una clase irremediablemente envuelta en la cómoda complacencia, el tedio, el patetismo del fisgoneo, la descomposición de sus vidas, y la pérdida en síntesis de toda capacidad de transgresión.
Hubo muchos cronistas de la tumultuosa existencia de los suburbios, de la desasosegada vida urbana. John Cheever sin ir más lejos, fue magnífico al llevar sus personajes por el descalabro emocional y moral pero, al fin y al cabo, obteniendo algo similar a la redención. En Yates en cambio, hay demasiada crueldad, y una negación de recuperar algo del mucho terreno perdido.
El pan de cada día
Yates quiso retratar la almidonada decadencia percibible en Estados Unidos durante los años de posguerra. Arropados en una falsa ilusión de prosperidad ascéptica y permanente, las castas pequeño burguesas se entegaron a un continuum de vacuidad emocional e intelectual, terminando destrozados por la desesperanza y la cobardía de no enfrentar la ruinosidad de sus vidas. Esta premisa, una cruda experiencia de exorcismo sociológico sigue sin perder un ápice de validez a más de cuarenta años de su publicación original.
Ese tipo de vida incubado por la posguerra no es otra cosa que nuestra forma de vida actual, que tiende aún más que en épocas pretéritas a embozar las auténticas necesidades humanas filtrándolas por medio de otras razones como la conveniencia, el esnobismo siendo empujadas por una maquinaria de impiedad social ya puesta en marcha y sin vuelta atrás.
Ese tipo de vida incubado por la posguerra no es otra cosa que nuestra forma de vida actual, que tiende aún más que en épocas pretéritas a embozar las auténticas necesidades humanas filtrándolas por medio de otras razones como la conveniencia, el esnobismo siendo empujadas por una maquinaria de impiedad social ya puesta en marcha y sin vuelta atrás.
Cuesta hallar una novela escrita -salvo Viaje al fin de la noche, por ejemplo- con tanta rabia y tan poca compasión como Vía Revolucionaria. Gracias a una biografía que hace algún tiempo ha comenzado a dar vueltas, sabemos que Richard Yates expresó en su narrativa parte no menor de su frustración, haciendo patente su destreza casi paródica de autodestrucción. Su vida estuvo marcada por sonantes fracasos y esta visión mutilada es la que infiltra cada renglón de su novela más aplaudida.
Vía Revolucionaria es un texto sobre la decadencia tanto de un individuo como de una sociedad y quizá su rasgo más espeluznante es que sus protagonistas no son decrépitos ancianos ya agotados que pasan sus últimos días en completo letargo. No, por el contrario, aquí las familias aludidas frisan apenas los 30 años; algo demoledor. Como anunció el mismo Yates esta novela es "una sucesión de abortos de todo tipo".
Hay que agradecer la reedición de esta novela en castellano por parte de Emecé. Aparte de descubrir un antecedente de las plumas de Carver y Ford, estamos frente a un escritor de valentía inaudita, de prosa feroz, y de una lucidez que hace doler el estómago. Gran y brutal literatura.
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