La conciencia contra América
A lo largo del siglo XX la narrativa político-social no ha menguado dentro de la tradición norteamericana. Norman Mailer, John Updike entre otros han intentado con resultados dispares acometer la llamada gran novela americana que no es otra cosa que un libro-manifiesto que dé cuenta, de las coordenadas de un país, su cultura, sus sueños o la falta de éstos, sus paranoias públicas y privadas, sus vínculos sociales, a través de la vida de sus ciudadanos en un momento determinado del espacio-tiempo. Campo ambicioso si lo hay.
Philip Roth es especialista en grandes novelas americanas. Es más, de lo único que sabe escribir Roth es precisamente de historias enormes, sagas impresionantes que determinan la vida de personas por medio de la influencia de un contexto, de un pasaje en la singladura de su Norteamérica desmejorada.
Roth ha tomado la posta de Saúl Bellow, el patriarca de eso que suele llamarse la tradición judía de la literatura estadounidense. Pero Roth ha logrado en quizá el último decenio superar a su maestro. Sus novelas son de una estructura inauditamente sólida y de aristas jamás deshilvanadas. La organización de sus textos es especialmente puntillosa sin perder por esto la posibilidad de construir un fresco global de una sociedad que parece siempre agónica, a un tris de desmoronarse, sin puntos de apoyo; y quienes sucumben a este virus corrosivo son siempre los protagonistas de turno.
Ahí está Pastoral Americana con el ejemplar “Sueco” Levov, ciudadano decente, excelente emprendedor, figura deportiva local y un padre generoso. Un día de muchos su vida explota al saber que su adolescente hija se ha convertido en una anarquista que detona una bomba en el emporio de toda la vida, haciendo pedazos toda una tradición de rectitud y certidumbre. Odia a su padre y todo lo que él representa.
Todo nos parece decir que Levov es un hombre indefenso, bondadoso pero desvinculado por completo de una sociedad que le exigía ser sagaz y vigilante como precio para imponer algo de cordura a lo que lo rodea.
Roth aprieta fuerte el clavijero, su humor y análisis no perdonan y se refocila especialmente con la candidez estúpida de individuos anclados en la complacencia y en la tela ilusoria que han confeccionado para impermeabilizar sus existencias de la rudeza exterior.
Pronto llegará Every Man, su última novela, quizá lo más autobiográfico que se ha propuesto. Un hombre viejo y prosaico enfrenta su muerte, lenta y dolorosa, sin gestos de hidalguía ni redención, sólo con tiempo para recordar sus incontables estropicios. Una muerte sorda, patética y llena de resentimiento le espera. Cortesía de la casa. Con mucha saña de Philip para todos nosotros, como a él siempre le ha gustado
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