Muchas imprecaciones, arrebatos y quizá por ahí, alguna idea que valga la pena

lunes, junio 04, 2007

Memory Almost Perfect


El Engerlbert Humperdinck del rock & roll. A principios de los setenta, John Lennon no tenía problema en comentarle a quien tuviese tiempo que, para él, su antiguo compañero de gloria y de ahí en adelante objeto de ridículo encono, Paul McCartney, era poco más que la versión sofisticada del intérprete de Release Me.

Y todos parecían pensar de manera similar a Lennon. ¿Qué mosquito los había picado? Desde que los Beatles se separaron, McCartney soportó tal avalancha de denuestos y malas caras cada vez que se las apañaba que un nuevo disco que, bueno, uno sólo puede atinar a decir. ¡Eh! ¿Acaso no es un Beatle? ¿Por qué no bajamos un poco el tono? El tipo es parte del patrimonio de la humanidad y lo agarran a palos a la vuelta de la esquina.

No lo negaremos. Paul tuvo varios momentos de debilidad esparcidos en sus 21 discos solitas. Como que los Wings, con su querida Linda en medio, lo relajaban demasiado y eso se notaba en las obras: tal vez demasiado joviales, un aire excesivo de paseo dominical con familia incluida, lo que hacía perder fuerza y un necesario contrapunto agridulce. Y esto a pesar de la decena de grandes canciones que firmó durante los setenta. Bueno, ¿es esto para tanto? Que yo recuerde nadie le enrostró a Lennon lo mediocre que fue Sometimes in New York City o la mitad desgasificada de Mind Games.

Paul liberado
Pero cuando tienes más de sesenta años y has vivido con provecho, todo lo demás te tiene muy sin cuidado; y somos afortunados de asistir a este renacimiento artístico de Paul McCartney que casi no se puede creer. Los primeros indicios estuvieron en Flaming Pie, con un sonido casero y apretado; nervio y pop enfático. Después vino la primera gran obra: Driving Rain. Paul parecía tan suelto, reinando sobre la música con una libertad y frescura de quien mana a borbotones sonidos y más bellos sonidos.

Sin embargo, aún quedaban frases elogiosas para quien ya epítetos como formidable significan bastante poco: Chaos & Creation in the Backyard es simplemente imprescindible. Su álbum más introspectivo y otoñal. Sin perder nunca su forma vocal y su refinamiento compositivo.

¿Qué hay detrás de estos nuevos aires? Tal vez Paul finalmente puede concentrarse en la música sin pensar en nada más que esto: en pulir canciones, en armar un sonido que le satisfaga a él y sólo a él y no ya en el gusto de la crítica o en el lugar que sus temas ocupan en el conteo de éxitos. No está dispuesto a seguir cargando el peso de ser un beatle que en sus horas libres se dedica a grabar discos propios. Un genio como él no tiene derecho a ser interrumpido.

Desde mañana podemos solazarnos con Memory Almost Full; tercera parte de esta -crucemos los dedos que el jolgorio no pare- saga de discos memorables, quizá el mejor momento de McCartney desde que un diez de abril de 1970 reconoció que los Beatles tomarían “un receso indefinido” en sus labores. Subvirtiendo esa desagradable frase Those freaks was right when they said you was dead, que Lennon le dedicó en How do You Sleep?, Paul está inmejorablemente vivo y haciendo lo que mejor sabe: escribir música mayúscula.


Paul McCartney Memory Almost Full